El camino de la serpiente

Una carrera con la muerte en la autopista mexicana

Un México Militarizado

Corro a 200km/h por las autopistas Mexicanas saliendo a todo gas del estado de Jalisco, escucho en mis audífonos Born to be Wild mientras el Google Maps me da las indicaciones para llegar a la ciudad encantada de Guanajuato. “I never wanna die. I born to be wild!” grito con todas mis fuerzas pero el motor de la BMW no deja escuchar nada, quiero ir más rápido, si no puedo entender cuál es el camino de la serpiente al menos puedo aprender a volar.

La canción cambia, estoy listo para acelerar más fuerte, quiero ver que puede hacer esta motocicleta, la quiero hacer rugir pero Billy Joel me interrumpe, - (los caminos del algoritmo de spotify son inescrutables)– pienso mientras rio para mis adentros. Suena el piano de la introducción, ya conozco la letra:

“Slow down you crazy child. You're so ambitious for a juvenile. But then if you're so smart tell me. Why are you still so afraid?” (Despacio, niño loco. Eres muy ambicioso para un joven. Pero si eres tan inteligente dime ¿por qué sigues tan asustado?” Lentamente activo los frenos ABS mientras bajo las marchas de sexta a tercera.

Voy a 90km/h, Billy Joel me canta mientras el viento golpea mi rostro “Where's the fire, what's the hurry about?. You better cool it off before you burn it out… Slow down you're doing fine
(¿Dónde está el incendio?, ¿Cuál es la prisa?, Mejor que te relajes antes de que te quemes. Despacio, vas bien)

Hace menos de una semana era día de los muertos, me encontraba en la casa de Diego Rivera. Un apoteósico castillo de concreto y roca dedicado a Quetzalcoalt que se alza en medio de la megalópolis mexicana.
Tres niveles dedicados al culto a la serpiente, aquella misma serpiente que semitas y cristianos del lejano oriente condenaron fue la misma que nos regaló la vida a los americanos. La dicotomía entre la vida y muerte gira en torno a este maravilloso ser.

Aquel día no sabía que estaría allí, alguien a quien amo enfermó la noche anterior, alucinó en su casa y la vio llena de serpientes, en medio del deliro nocturno y muerto del miedo buscó refugio en el apartamento de los vecinos chismosos a los que siempre odié.
No podía creer estar allí, tantas serpientes con ese relato en la cabeza me abrumaban. En el nivel inferior la serpiente es de huesos y carne, representa el inframundo, en el nivel del medio la serpiente tiene escamas tal y como la conocemos, se muerde la cola haciendo un infinito como el dragón de los Uróboros. En el tercer y último nivel la serpiente tiene plumas, es el lugar supraterrestre donde Quetzalcóatl habita.

Ruralidad latinoamericana 

La persona que amo tiene una enfermedad incurable, es como si una serpiente para cuyo veneno no hay antídoto lo hubiese mordido. ¿Qué se puede entender de la muerte? A lo menos escapar de ella, yo no la retaré a una partida de ajedrez como Antonius Block, sé que ella me ganaría muy rápido.

¡Yo la retaré a una carrera por las autopistas mexicanas después de día de muertos!
Ese era el día, me levanté temprano y subí a la azotea del hotel a las 7:00am para hacer yoga bajo el tóxico smog de Ciudad de México, mientras me estiraba me imaginaba a la muerte poniéndose su chamarra, guantes, cascos y gafas de sol lista para ir con su sonriente calavera sobre una Harley.
Terminé la clase de Yoga, me dirigí al garaje donde la moto estaba guardada, guardé lo necesario en los maleteros, vestí de cuero y me puse mi bandana con flores de cempasúchil en la cabeza como tantos bandoleros ya lo han hecho en México.


Arranqué rumbo al norte, vi el atardecer sobre los campos de cactus, quería viajar de noche por el estado de Michoacán, porque bien se sabe que la muerte anda por esas horas en esa autopista, un embotellamiento de casi 15 kilómetros me lo recordó, aproveché la agilidad de la motocicleta para evadir por el carril de ciclistas todos los vehículos para encontrarme con un peaje y varios camiones destruidos, quise pensar que fue un accidente, pero allá en Michoacán al igual que en mi amado Caquetá nunca se sabe. En la madrugada llegaría a Guadalajara, Capital de Jalisco.

La muerte me quería allí para enseñarme algo, recorrí el lago de Chapala listo para viajar días después a Guanajuato.
Mientras recuerdo todo esto presto de nuevo atención a la letra:
- Why don't you realize, Vienna waits for you?
Ya me doy cuenta querido Billy, Guanajuato, espera por mí. 

La persona que amo tiene una enfermedad incurable, es como si una serpiente para cuyo veneno no hay antídoto lo hubiese mordido. ¿Qué se puede entender de la muerte? A lo menos escapar de ella, yo no la retaré a una partida de ajedrez como Antonius Block, sé que ella me ganaría muy rápido.

¡Yo la retaré a una carrera por las autopistas mexicanas después de día de muertos!
Ese era el día, me levanté temprano y subí a la azotea del hotel a las 7:00am para hacer yoga bajo el tóxico smog de Ciudad de México, mientras me estiraba me imaginaba a la muerte poniéndose su chamarra, guantes, cascos y gafas de sol lista para ir con su sonriente calavera sobre una Harley.
Terminé la clase de Yoga, me dirigí al garaje donde la moto estaba guardada, guardé lo necesario en los maleteros, vestí de cuero y me puse mi bandana con flores de cempasúchil en la cabeza como tantos bandoleros ya lo han hecho en México.


Arranqué rumbo al norte, vi el atardecer sobre los campos de cactus, quería viajar de noche por el estado de Michoacán, porque bien se sabe que la muerte anda por esas horas en esa autopista, un embotellamiento de casi 15 kilómetros me lo recordó, aproveché la agilidad de la motocicleta para evadir por el carril de ciclistas todos los vehículos para encontrarme con un peaje y varios camiones destruidos, quise pensar que fue un accidente, pero allá en Michoacán al igual que en mi amado Caquetá nunca se sabe. En la madrugada llegaría a Guadalajara, Capital de Jalisco.

La muerte me quería allí para enseñarme algo, recorrí el lago de Chapala listo para viajar días después a Guanajuato.
Mientras recuerdo todo esto presto de nuevo atención a la letra:
- Why don't you realize, Vienna waits for you?
Ya me doy cuenta querido Billy, Guanajuato, espera por mí. 

El México citadino

La persona que amo tiene una enfermedad incurable, es como si una serpiente para cuyo veneno no hay antídoto lo hubiese mordido. ¿Qué se puede entender de la muerte? A lo menos escapar de ella, yo no la retaré a una partida de ajedrez como Antonius Block, sé que ella me ganaría muy rápido.

¡Yo la retaré a una carrera por las autopistas mexicanas después de día de muertos!
Ese era el día, me levanté temprano y subí a la azotea del hotel a las 7:00am para hacer yoga bajo el tóxico smog de Ciudad de México, mientras me estiraba me imaginaba a la muerte poniéndose su chamarra, guantes, cascos y gafas de sol lista para ir con su sonriente calavera sobre una Harley.
Terminé la clase de Yoga, me dirigí al garaje donde la moto estaba guardada, guardé lo necesario en los maleteros, vestí de cuero y me puse mi bandana con flores de cempasúchil en la cabeza como tantos bandoleros ya lo han hecho en México.

¡León Guanajuato!

¡Yo la retaré a una carrera por las autopistas mexicanas después de día de muertos!
Ese era el día, me levanté temprano y subí a la azotea del hotel a las 7:00am para hacer yoga bajo el tóxico smog de Ciudad de México, mientras me estiraba me imaginaba a la muerte poniéndose su chamarra, guantes, cascos y gafas de sol lista para ir con su sonriente calavera sobre una Harley.
Terminé la clase de Yoga, me dirigí al garaje donde la moto estaba guardada, guardé lo necesario en los maleteros, vestí de cuero y me puse mi bandana con flores de cempasúchil en la cabeza como tantos bandoleros ya lo han hecho en México.

¡México lindo!

La persona que amo tiene una enfermedad incurable, es como si una serpiente para cuyo veneno no hay antídoto lo hubiese mordido. ¿Qué se puede entender de la muerte? A lo menos escapar de ella, yo no la retaré a una partida de ajedrez como Antonius Block, sé que ella me ganaría muy rápido.

¡Yo la retaré a una carrera por las autopistas mexicanas después de día de muertos!
Ese era el día, me levanté temprano y subí a la azotea del hotel a las 7:00am para hacer yoga bajo el tóxico smog de Ciudad de México, mientras me estiraba me imaginaba a la muerte poniéndose su chamarra, guantes, cascos y gafas de sol lista para ir con su sonriente calavera sobre una Harley.
Terminé la clase de Yoga, me dirigí al garaje donde la moto estaba guardada, guardé lo necesario en los maleteros, vestí de cuero y me puse mi bandana con flores de cempasúchil en la cabeza como tantos bandoleros ya lo han hecho en México.

¡México lindo!

Al manejar una motocicleta, se tiene la libertad de detenerse en cualquier momento para admirar un paisaje impresionante, interactuar con la gente local o probar la gastronomía tradicional en pequeños pueblos que de otro modo pasarían desapercibidos. La sensación de libertad y aventura que proporciona la motocicleta permite explorar a fondo la autenticidad y la calidez de las comunidades a lo largo de este recorrido.

En Michoacán, se puede experimentar la artesanía tradicional purépecha y la belleza de sus bosques y lagos. En Guanajuato, los intrincados callejones de sus pueblos mágicos invitan a perderse y descubrir sorpresas en cada esquina. Morelos ofrece una vista panorámica de sus valles y montañas, así como la historia impregnada en cada ruina arqueológica. Finalmente, Jalisco deslumbra con sus paisajes agaveros, su mariachi y la tradición tequilera.

La motocicleta no solo es un medio de transporte, sino una herramienta que potencia la inmersión en la atmósfera local, permitiendo conocer de cerca las costumbres, la historia y la idiosincrasia de cada región. Este viaje en moto por los estados de Michoacán, Guanajuato, Morelos y Jalisco revela el poder que tiene este vehículo para conectar con la esencia de un país, explorando su lado más auténtico y enriquecedor.